sábado, 8 de febrero de 2020

UNIDAD 3. La gestión del aula de ELE en entornos presenciales


¡Hola de nuevo compis!

En esta tercera entrada, quería compartir una etapa que para mí ha supuesto un punto de inflexión en mi vida. Cuando yo era pequeña, tuve la grandísima suerte de tener una maestra en Educación Infantil que enseñaba desde el cariño, con respeto, apreciando las diferencias de cada uno, como un tesoro con un valor incalculable. Esta maestra, se llamaba María Jesús. Al leer detenidamente el tema a tratar, no sé por qué, se me ha venido a la mente este recuerdo, pero, tras reflexionarlo mucho, creo que he descubierto el verdadero motivo. Un aula, ya sea de ELE o de otra destreza, se llena de vida si en ella hay vida. Por ello, es fundamental que el o la maestra transmita a sus alumnos y alumnas, la verdadera importancia de aprender. De esta manera, la gestión del aula será un aspecto que fluirá como un barco que navega, a veces sin rumbo, pero siempre con un destino a seguir: educar con corazón. 
Por este motivo, necesitaba haceros partícipes de esta etapa de mi vida, enseñándoos una foto, en la cual salgo con mi hermana Aroa, la cual conocéis también, con nuestras maestras de Educación Infantil, las cuales queremos con toda nuestra alma.
Mi maestra, María Jesús, es la que se encuentra situada a la derecha junto conmigo.


Por último, antes de terminar mi entrada, me encantaría compartir con vosotros, una poesía que mi maestra me dedicó en un cuaderno que me regaló, cuando vino a visitarme 20 años después, al cole donde ella me dio clase y donde tuve la suerte de realizar mis prácticas durante mi periodo universitario. 
Y dice así: 


Educar

Educar es lo mismo
que poner un motor a una barca…
Hay que medir, pensar, equilibrar…
y poner todo en marcha.
Pero para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes, hacia islas lejanas.
Soñar que, cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera enarbolada.

Gabriel Celaya.

¡Espero que os guste!







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